La palabra "ritual" tiene mucho peso, distintos significados o referencias. Depende de nuestra experiencia previa.
¿Qué es para ti un ritual? ¿Has asistido a alguno?
Veamos lo que nos dice la RAE:
Perteneciente o relativo al rito1.
m. Conjunto de ritos de una religión, de una Iglesia o de una función sagrada.
Sin.:
rito1, culto, ceremonial.
loc. verb. Estar impuesto por la costumbre.
Si hemos ido a “misa” claramente hemos formado parte de un ritual. Sin embargo, se ha abusado del término durante los últimos años y la necesidad de conectar con algo más profundo, primordial, sagrado, trascendente (cada vez más en nuestras vidas) ha llevado a muchas personas ofrecer (y asistir) ceremonias y rituales varios sacados de contexto.
Pienso mientras escribo esto en el podcast Spirit Almanac en el que Borja habla con Víctor Aljirdi sobre la ceremonia del cacao y la apropiación cultural que supone y el por qué de esa necesidad de unirnos a este tipo de eventos.
Para muchos, la palabra “ritual” puede estar asociada con ceremonias mágicas mediante las que se busca cambiar la realidad o se contacta con alguna entidad misteriosa. Una manera de acercarnos un poco más a esa gran incógnita que envuelve la existencia.
Pero un ritual es mucho más que una serie de acciones solemnes realizadas en un orden establecido, y hacen mucho más que invitar milagros, dioses o seres del más allá. Es más que un gran gesto que hay que hacer en días festivos u ocasiones especiales. Si nos quedamos en esas ideas, perdemos el contacto con el lado espiritual que hace nuestra vida mucho más gratificante, llena de atención y propósito.
Rutina puede ser una palabra más complicada. Cuando éramos jóvenes, quizá empezamos a verlo como una trampa, un loop aburrido alrededor del que nuestras vidas giraban. Es normal. Mirar los años que te quedan por delante y verte encadenado a hacer lo mismo todos los días: lavarte los dientes, ir a dormir, poner el pijama (cada noche es una lucha con mi hija, se rebela a cada una de estas cosas, claramente no es su hábito aún).
Sin embargo, vamos cumpliendo años y descubriendo que nuestra calidad de vida mejora si se sostiene sobre la base sólida de una rutina diaria. El primer agua de la mañana, prepararla por la noche, una ducha refrescante, pasear a la perra, mirar el cielo al atardecer… los que tengamos.
Cada rutina es distinta y cumple un propósito. Pero cada una es un pequeño refugio que da ritmo al día, proporcionan un hogar en nuestra vida.
Depende de cómo nos aproximemos a ellos… ¿no son rituales en miniatura?
¿Qué los diferencia?
La principal diferencia entre ritual y rutina es el simbolismo.
El ritual es una acción simbólica compuesta por una serie de actos prescritos de forma única que representan los valores de una cultura, comunidad o individuo de una manera físicamente poética.
La rutina, por otro lado, es una serie de acciones que se cumplen regularmente. Hay algo de luz entre estas dos ideas, pero es pequeña.
Cada uno tiene su tempo. La rutina suele ser a diario, el ritual cada cierto tiempo, pero ambas nos ayudan a construir una estructura en el tiempo, tensegridad a nuestra vida.
Tensegridad es un concepto que, como explico en el manual de la formación BSMT-Calma:
Tensegridad: un término acuñado por Buckminster Fuller, formado de las palabras “tensión” + “integridad”. Se refiere a la estructura en la que la forma se contiene por fuerzas tensiles tejidas a través de la estructura (en vez de fuerzas compresivas como puede ser una pared de ladrillo).
Biotensegridad: es una manera de entender como nuestros cuerpos trabajan basados en el conocimiento de que somos principalmente estructuras de tensegridad, y que nuestros huesos no pasan su carga de uno a otro. Por lo tanto, la fuerza fluye a través de nuestros músculos y estructuras fasciales y no como compresión continua a través de los huesos. De hecho, nuestros huesos no se tocan entre sí sino que “flotan” en la estructura de tensión creada por nuestra red fascial.
Tensegridad psicológica: un término que establece que tenemos hábitos o mecanismos de supervivencia que nos contienen o mantienen. Aunque puede parecer una adaptación negativa, es importante entender que son parte de lo que permite al individuo funcionar.
Los rituales y rutinas diarias proporcionan tensegridad, una estructura que mantiene nuestra vida, impidiendo que todo se descoloque, desparrame, desmorone. Puede parecer un castillo en el aire y sin embargo mantenemos un orden, un equilibrio, la cordura y el entusiasmo. Este tipo de actos nos permiten conseguirlo.
Desde la edad temprana del hombre, nombres y mitos se emparejaron con patrones de estrellas para organizar el caos del cosmos infinito, y los arquetipos se construyen para crear estructuras en el abismo de nuestro inconsciente. De igual forma se le da orden al tiempo a través de rituales, marcando las revoluciones que hacemos alrededor del sol o los que la luna hace a nuestro alrededor.